La historia de dos especies monetarias venezolanas, tan diferentes entre sí, acabó siendo muy parecida a pesar de mediar entre ellas 27 años.
Hablaremos en este artículo, por una parte, de las monedas de níquel puro, que circularon desde el año 1965, cuando el Banco Central de Venezuela (BCV) decide sustituir progresivamente la plata como metal para acuñación; y por otra parte, hablaremos de los billetes de 100 bolívares fuertes, puestos en circulación, junto con un nuevo cono monetario, el 1º de enero del año 2008, en el marco de lo que se conoció como reconversión monetaria.
En ambos casos, tanto las monedas de níquel puro como el billete de 100 bolívares sufrieron lo que se conoce como un proceso de desmonetización no autorizada. Es decir, las monedas y billetes salieron del circuito económico no como parte de una política adelantada por el BCV si no en respuesta a factores externos, motivados por la más simple racionalidad económica, y es esto lo que deseo mostrar a los lectores. Veremos que, al final, el desenlace fue producto de acciones muy diferentes pero nacidas de intenciones parecidas.
El caso de las monedas de níquel puro, años 1988-1989
Este cuento no me lo contaron, lo viví en carne propia siendo estudiante universitario, por allá a finales de los 80´s. De repente las monedas de 1 y 2 bolívares empezaron a faltar a la hora de hacer nuestras compras diarias, ir a la bodega o pagar el pasaje del transporte público. El hecho, al principio misterioso, fue dilucidándose poco a poco. Nos enteramos, por parte de las autoridades de turno, que nuestras monedas estaban hechas de un metal llamado níquel, algo que a muy pocos había importado hasta ese día, ese metal estaba en alza en los mercados mundiales para la fecha, por lo cual el “sencillo” con el que pagábamos nuestras golosinas y gaseosas lo estaban llevando al exterior, principalmente a las islas de Curazao, Aruba y Bonaire, para ser fundido y vendido como simple mineral. Es ya parte de nuestras vivencias haber recibido caramelos y galletitas en vez de dinero como “vuelto” al pagar un artículo con un billete de valor superior a su precio, debido a la falta de las monedas (a la desmonetización). Este fenómeno fue provocado por la paulatina pérdida del valor de nuestra moneda frente a la divisa norteamericana por aquellos años.
Hoy en día sabemos que cuando el valor intrínseco, es decir, el valor del material con que está hecha una moneda (o un billete) supere a su valor nominal, que es el valor asignado e impreso por el BCV en las monedas (y billetes), el resultado será la sustracción del circulante del circuito económico, para destinarlo a otros fines.
Pero tengamos en cuenta un aspecto muy importante, el motivo por el cual el valor intrínseco llega a superar el valor nominal de un signo monetario se debe a la pérdida de poder adquisitivo del mismo producto de la devaluación y la inflación. Y ambos, inflación y devaluación, son producto de las políticas económicas implementadas por los gobiernos.
Así, en aquellos años 80´s, reunir una cantidad de monedas de 1 y 2 bolívares hasta completar un kilogramo, por ejemplo, y contar cuantos bolívares sumaban, para luego convertir esos bolívares a dólares y compararlo con la cotización de un kilogramo de níquel en el mercado mundial determinaría sí existían incentivos para usar las monedas como medio de cambio o como materia prima:
Si el valor del kilogramo de monedas expresado en dólares era menor que el precio en el mercado de la cantidad de níquel contenida en esas monedas, entonces, las monedas valían más como mineral que como medio de cambio.
Por último recordemos que la cotización de una moneda con respecto a una divisa, como el dólar, dependerá exclusivamente del desempeño económico del país, y del resultado de sus políticas económicas. Censurar a los agentes económicos por actuar de acuerdo a los incentivos (por extraños que nos parezcan) que generan las políticas implementadas por los gobiernos es incurrir en un error. Las personas que extraían las monedas de la economía para fundirlas y venderlas como mineral eran la consecuencia y no la causa del problema.
El caso de los billetes de 100 bolívares fuertes
Desde el año 2008 el billete de mayor denominación en Venezuela había sido el de 100 bolívares fuertes. Hasta el día 12 de diciembre de 2017, cuando el presidente Nicolás Maduro anunció la salida de circulación del mismo (desmonetización). Previo a esta decisión los venezolanos venían padeciendo desde hacía varios meses de escasez de circulante y racionamiento en el dispendio de dinero por parte de los bancos a través de sus taquillas. De acuerdo al presidente Maduro se tomó esta medida para “garantizar y defender la estabilidad económica” y para hacer frente a supuestas mafias que almacenan el papel moneda para desestabilizar la economía del país.
Reservándome el derecho a dudar de los argumentos oficiales, quisiera usar el evento descrito para continuar nuestro artículo, presentando la salida de circulación del billete de 100 bolívares fuertes como un caso más de desmonetización no autorizada, en un primer momento, para luego ser oficial de acuerdo a lo dispuesto por el Ejecutivo Nacional y el BCV.
La presidencia de Nicolás Maduro podría ser llamada como la era de la inflación más alta vívida por Venezuela en toda su historia. Este acelerado crecimiento de los precios y sucesivas devaluaciones ha hecho que el bolívar fuerte haya perdido gran parte de su valor en apenas cuatro años. Nuestro signo monetario ha dejado de cumplir casi todas las funciones que le corresponden como dinero: ya no es depósito de valor, porque nadie se atreve a ahorrar en bolívares; no es unidad de cuenta, porque los agentes económicos buscan una divisa más estable para fijar algunos precios; y tampoco es ya medio de cambio, porque es preferible recibir cualquier otra moneda que el bolívar.
Por las anteriores razones, se justificaba la salida de circulación no sólo del billete de 100 bolívares si no de todo el cono monetario nacido de la reconversión en el 2008. Múltiples habían sido las demandas en este sentido, siempre desoídas.
Ahora bien, sin dar crédito a una de las versiones oficiales, en cuanto a que el billete de 100 bolívares fuertes estaría siendo utilizado para falsificar con él los billetes de dólar norteamericano, esto sería simplemente una consecuencia de la desastrosa política económica del gobierno de Nicolás Maduro, que ha hecho de nuestro signo monetario algo tan ridículo que el papel en el cual está impreso el billete de más alta denominación posea un valor mayor que el billete mismo, lo que haría equiparable este caso al de las monedas de níquel ya descrito. En este caso el valor intrínseco del billete (papel moneda) es mayor que el valor nominal o facial (el número impreso en él), por lo que dada una cantidad determinada de billetes de 100 bolívares, obtendremos más dólares por ellos si los vendemos como papel moneda que si los llevamos a una casa de cambio.
Queda claro pues, que el gran legado de Maduro, es haber destruido la economía venezolana a través de la pulverización total del valor de nuestra moneda, el otrora bolívar fuerte.
NOTA: Agradecemos la colaboración de éste artículo al Econ. H. J. Jiménez, @13CarpeDiem13 .
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