Como coleccionista de monedas venezolanas, constantemente reviso por Internet que cosas están vendiendo en las diferentes subastas. Actualmente conseguí que unas cartas escritas por nuestro Libertador, cuando era presidente de la Gran Colombia, están a la venta por Internet. Por ser la subasta de objetos del Libertador ya tan común, me provocó escribir este artículo, pero debido a que el mismo creció mucho a medida que lo escribía, lo dividí en 2 partes; esta es la primera.
Parte I. Bolívar no murió pobre.
Para comenzar les comento que no comparto la tesis de que Bolívar murió en la más absoluta indigencia a tal punto que por no tener una camisa para vestir su cadáver, hubo de prestar esa prenda; los hechos que a continuación relato, hablan por sí solos.
El 27 de abril de 1830 en la Ciudad de Bogotá, Bolívar planteó su renuncia definitiva a la Presidencia de la Gran Colombia, durante el Congreso Admirable que él mismo había convocado entre el 20 de enero y el 11 de mayo de 1830. Este fue su último intento por evitar la disolución de la Gran Colombia.
Convencido Bolívar de que su distanciamiento de la patria ayudaría a la unidad de la República, o por lo menos a la paz y concordia entre los colombianos decide irse a París.
Ese mismo mes de mayo parte de Bogotá con la intención de irse para Europa, pero mientras se definía la venta de sus bienes en Venezuela, que le permitiría una renta apreciable para sustentarse en el extranjero, había decidido primero dirigirse a Curazao. Pero al llegar a Cartagena, su salud empeora y se traslada a Barranquilla, dejando en la aduana su equipaje conformado por 16 baúles. De Barranquilla se traslada a Santa Marta a la quinta de San Pedro Alejandrino en donde muere el 17 de diciembre de 1830.
El hecho de que se ha dicho demasiadas veces que “al morir Bolívar, no tenía una camisa dispuesta para ponerse”, se debió a que sus objetos personales se habían quedado en la aduana de Cartagena.
El Testamento de Bolívar y su herencia
Si leen el Testamento de Bolívar, podrán observar que él deja constancia que en ese momento tenía tierras y numerosos objetos de valor. El Testamento está constituido por catorce cláusulas en las que Bolívar declara u ordena elementos de diversa índole, solo mencionaré las partes que hace referencia a sus bienes materiales.
4. Declaro: que no poseo otros bienes más que las tierras y minas de Aroa, situadas en la Provincia de Carabobo, y unas alhajas que constan en el inventario que debe hallarse entre mis papeles, las cuales existen en poder del Sr. Juan de Francisco Martín vecino de Cartagena.
En relación con sus deudas y acreedores disponía:
5.- Declaro: que solamente soy deudor de cantidad de pesos a los señores Juan de Francisco Martín y Poules y Compañía, y prevengo a mis Albaceas que estén y pasen por las cuentas que dichos Señores presenten y las satisfagan de mis bienes.
Con relación a otros bienes, producto de obsequios, regalos y distinciones obtenidos, Bolívar señalaba:
6.- Es mi voluntad: que la medalla que me presentó el Congreso de Bolivia a nombre de aquel pueblo, se le devuelva como se lo ofrecí, en prueba del verdadero afecto, que aún en mis últimos momentos conservo a aquella República.
7.- Es mi voluntad: que las dos obras que me regalo mi amigo el Sr. Gral. Wilson, y que pertenecieron antes a la biblioteca de Napoleón tituladas “El Contrato Social” de Rousseau y “El Arte Militar” de Montecuculi, se entreguen a la Universidad de Caracas.
8.- Es mi voluntad: que de mis bienes se le den a mi fiel mayordomo José Palacios la cantidad de ocho mil pesos, en remuneración a sus constantes servicios.
11.- Mando a mis Albaceas que la espada que me regaló el Gran Mariscal de Ayacucho, se devuelva a su viuda para que la conserve, como una prueba del amor que siempre he profesado al expresado Gran Mariscal.
Las minas de Aroa dos años después de la muerte de Bolívar (1832) fueron vendidas por María Antonia Bolívar (hermana del Libertador) en 38.000 libras esterlinas, una alta suma de dinero, que calculada actualmente son más de tres millones de dólares.
El inventario de sus “alhajas” se trataba del contenido de los baúles que se habían quedado en la aduana de Cartagena, y que era el siguiente:
37 medallas de oro, plata y diamantes en joyas diferentes.
50 medallas de condecoraciones de oro, con incrustaciones de diamantes ,
947 onzas de oro,
17 pesos en oro cuño,
20 manteles bordados en filigrana,
1 juego de cubiertos de 96 piezas en oro y plata pura,
16 mudas de ropa de civil ,
14 uniformes militares con sus insignias ,
3 baúles llenos de condecoraciones ,
1 baúl lleno de correspondencias ,
1 cofre con 50 medallas grandes en oro con incrustaciones de esmeraldas y rubíes.
1 baúl lleno de espadas de oro, de la que solo la Espada del Perú tiene incrustados 1.380 diamantes,
Solo a manera de ejemplo, según los inventarios respectivos, ocho de las Condecoraciones llenas de brillantes se evaluaron en 8.000 pesos, o sea una fortuna para entonces.
Como conclusión de esta primera parte podemos decir que al momento de morir Bolívar; analizando únicamente lo que menciona en su testamento; todavía tenía una considerable fortuna. Que no la haya tenido consigo en ese momento, fue solo por lo imprevisto y repentino de su muerte, no significando esto que se encontraba en la indigencia.
Los Herederos se reparten la herencia
En la última cláusula del Testamento, Bolívar ordena que hacer con los bienes que quedan:
14.- Y cumplido y pagado este mi testamento y lo que en él contenido instituyo y nombro por mis únicos y universales herederos en el remanente de todos mis bienes, deudas, derechos y acciones, futuras sucesiones en el que haya sucedido y suceder pudiere, a mis hermanas María Antonia y Juana Bolívar y a los hijos de mi finado hermano Juan Vicente Bolívar, a saber, Juan, Felicia y Fernando Bolívar, con prevención de que mis bienes deberán dividirse en tres partes, las dos para mis dichas hermanas, y la otra parte para los referidos hijos de mi indicado hermano Juan Vicente, para que lo hayan, y disfruten con la bendición de Dios.
Simón Bolívar falleció el 17 de diciembre de 1830, sin dejar descendencia. Otorgó testamento el 10 de diciembre de 1830 instituyendo como herederas, cada una por una tercera parte, a sus dos hermanas María Antonia y Juana; y la porción restante quedó a los tres hijos de su hermano (ya fallecido) Juan Vicente, sus sobrinos Juana, Felicia y Fernando, hijos de Josefa Tinoco, habidos fuera del matrimonio.
Numerosas fueron las disputas entre los coherederos por la herencia, y como esta herencia en los años recientes empezó a aparecer en diversas subastas alrededor del mundo; pero como este artículo ya está muy largo, esta parte la describo en la continuación de este artículo: “El Legado de Nuestro Libertador se subasta por Internet. 2da Parte: Las Subastas”
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