Cuando exploramos la historia de la moneda en Venezuela, descubrimos episodios muy interesantes de la misma. Por ejemplo, la insuficiencia de monedas de cuño oficial, en los años iniciales de la colonia
¿Cómo hicieron los primeros habitantes, de esta Tierra de Gracia, para superar los inconvenientes que la iliquidez causaba al comercio?
En este artículo, revisaremos dos especies monetarias: las perlas y las fichas. Una, más increíble que la otra, pero ambas, muy importantes como medios de pago, en nuestros inicios como nación.
LAS PRIMERAS CECAS DE AMÉRICA
Diferente de otros países, como México y Perú, que nacieron siendo virreinatos, Venezuela, tuvo la humilde condición de capitanía general. Algo así como, la prima pobre de las primeras. En los antiguos dominios de aztecas, mayas e incas, había grandes minas de oro y plata. La conquista, y primeros años de colonización de América, por parte de España, siguió un método de rapiña. Los nuevos territorios, eran vistos como botín de guerra, simples proveedores de riquezas minerales y de frutos de la tierra.
Los virreinatos, fueron a su vez, el asiento de las primeras grandes ciudades de América. Y por ende, el mercado natural de los productos de exportación, de las demás colonias. El de Nueva España (México), por ejemplo, fue importante comprador de cacao venezolano. Desde México y Lima, se enviaban luego, a la Madre Patria, los productos más apetecidos en Europa. Los nuevos territorios, como parte del comercio internacional, necesitaron muy pronto, contar con numerario para facilitar los intercambios.
Debido a su importancia, los virreinatos de México y del Perú, mantenían con la metrópoli comunicaciones frecuentes. Y además, en sus territorios existían, en pleno apogeo, explotaciones de oro y plata, aparentemente inagotables. Por ambos factores, se establecieron allí las primeras cecas, o casas de la moneda. De hecho, en 1535 llegó el virrey Antonio de Mendoza a la Nueva España. Había sido tesorero de la Casa de la Moneda de Granada, y entre sus encargos estaba, fundar la primera ceca de América.
Las casas de moneda de México, Lima y Potosí, producían metálico no sólo para los territorios de los virreinatos. Sus famosos reales de a ocho, embarcados en galeones, cruzaban el océano, para llenar las arcas de la corona española. Fueron incluso, moneda corriente en diferentes países de Europa, Japón, China y Estados Unidos. Y por supuesto, en esas cecas, se forjaron también, las primeras monedas de las colonias hispanoamericanas.
PRIMERAS MONEDAS DE VENEZUELA… ¿LAS PERLAS?
Venezuela, para la época de la colonia, no contaba con minas de gran abundancia. De hecho, su vocación primaria fue la producción agrícola y ganadera. A los productos exportables, principalmente cacao, se dedicaban todos los recursos necesarios, pues era fuente de riqueza para los terratenientes. Las ventas en el exterior, proveía las monedas de oro y plata, que no se fabricaban en nuestro país. Sin embargo, esa riqueza no se incorporaba por completo en el circuito económico interno. Generalmente, con ellas se pagaban bienes de lujo, traídos de Europa, o reposaban en las arcas, de los “Grandes Cacaos”.
La escasez de circulante, la iliquidez, causaba severos perjuicios a la actividad comercial, impidiendo su crecimiento y dinamismo.
La falta de numerario, era un problema crónico y crítico en Venezuela. Esto obligó, en principio, a hacer uso del trueque como medio de intercambio. Por suerte, un producto muy particular, abundante para entonces en la Capitanía General, vino en auxilio del comercio. Se trataba de las perlas, extraídas a raudales, en las Islas de Margarita y Cubagua. Si lo pensamos un poco, las perlas cumplen a cabalidad las funciones del dinero. Son duraderas, transportables, medibles y fraccionables; además de tener aceptación general y servir como depósito de valor, para el ahorro.
Dada la escasez de dinero en circulación, en 1589, el Cabildo de Caracas, declara como moneda legal a las perlas. Con ellas, era posible no sólo comprar mercancías, sino también, el pago de los impuestos. La disposición legislativa, que daba categoría de dinero a las bolitas nacaradas, perduró hasta el año 1620. Aunque no por ello, se dejaron de usar luego, por algunos, como medio de cambio, en los negocios.
A FALTA DE MONEDAS… BUENAS SON LAS FICHAS
Un resultado de la escasez del circulante monetario en Venezuela, en siglos pasados, lo constituye la aparición de las fichas.
Las fichas eran MONEDAS DE CIRCULACIÓN RESTRINGIDA, de emisión privada, por parte de comerciantes y hacendados.
Imaginemos, por un instante, el estado de aislamiento de algunas comunidades apartadas de las principales ciudades coloniales. Si en Caracas, Valencia, Maracaibo o Coro, eran escasas las monedas, qué podríamos esperar de los pueblos aislados. La urgencia de tener un instrumento facilitador del comercio, derivó en el uso de sustitutos de la moneda oficial.
Las fichas, eran elaboradas usando materiales de poco valor: madera, cartón, cuero o metal. En ellas, se estampaba la procedencia de la misma, el nombre de la finca por ejemplo, y el valor estipulado. Permanecieron en el escenario económico por muchos años. Hasta que en 1936, siendo presidente Eleazar López Contreras, se prohibieron como medio de pago y cambio.
La proliferación de fichas, en la Provincia de Caracas, motivó la acuñación de las primeras monedas oficiales, en nuestro país. En 1802, el Real Ayuntamiento, ordena la emisión de piezas de cobre. La intención de las autoridades, era poner fin a la circulación de dinero extranjero, y de fichas particulares.
Aunque no fueron las únicas en usarlas, se asocian en mayor medida a las grandes haciendas. Las fichas fueron, a la vez, una consecuencia de la ausencia de monedas oficiales y la incomunicación del territorio.
La abolición de la esclavitud, representó un incremento en el uso de las fichas de hacienda. La necesidad de pagar a los libertos, y la insuficiencia de monedas, llevaron al terrateniente, al uso de las mismas.
El pago de los jornales con fichas, obligaba al peón a comprar en las pulperías, propiedad de la hacienda. Recordemos que esta “moneda” no era aceptada en ningún otro establecimiento. Por tal motivo, el trabajador quedaba sujeto, a los dominios del hacendado, pues fuera de ellos no tenía dinero. Configurándose una relación económica basada en la explotación y falta de independencia de los trabajadores.
Difíciles comienzos, sin duda, para los primigenios habitantes de nuestro país. Hoy día, los problemas que nos preocupan son otros. Aún con dinero en nuestras manos, poco podemos comprar. La inflación y la escasez, nos recuerdan crudamente, que de nada vale tener monedas y billetes, si nada podemos comprar con ellos.
¿Algún comentario o sugerencia?: @13CarpeDiem13
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